sábado, 3 de octubre de 2009

Remedios preciosos contra las artimañas del diablo

Cuando parece muy difícil seguir a Cristo

Capítulo IX


Satanás utiliza otras dos maneras de apartar a los creyentes de su servicio a Dios. Primero, les hará pensar que tan difícil es seguir a Cristo; les dirá que es difícil orar, es difícil pensar constantemente en las cosas espirituales, que es difícil tener comunión con los otros creyentes, difícil obedecer, etc.


El primer remedio contra tal maquinación es el pensar más en la necesidad de servir a Cristo, que en las dificultades que tendrán al servirle. Los creyentes deben servir a Cristo para mostrarle su agradecimiento. Los creyentes necesitan crecer en santidad para poder vencer el pecado. Necesitan ser obedientes a Dios para poder hacer su obra en este mundo. Los creyentes necesitan seguir a Cristo para que el propósito de Dios sea cumplido en sus vidas. No hay duda que los creyentes se enfrentarán con problemas y dificultades al seguir a Cristo, pero los creyentes verdaderos toman esta responsabilidad, aún a sabiendas de los problemas que puedan sobrevenirles.


Segundo, los creyentes deben recordar, que si realmente quieren servir a Cristo, Él les ayudará tanto que no les será difícil. Quizás en un principio no les parezca fácil, pero mientras van haciendo la voluntad de Dios, descubrirán que experimentan gran gozo al realizarla. Mientras se sirve a Dios, uno encuentra en forma personal que Dios le está apoyando, le fortalece, le anima y le guía a través del camino más difícil. Podemos ver en la Biblia como las personas se reían de Nehemías y de los demás judíos que pretendían levantar nuevamente los muros de Jerusalén. Sin embargo, Nehemías contaba con la fortaleza de Dios como su ayuda. Nehemías 2:20 dice: “El Dios de los cielos. El nos prosperará, y nosotros sus siervos levantaremos y edificaremos…” También Isaías dijo respecto a Dios: “saliste al encuentro del que con alegría hacía justicia, de los que se acordaban de ti en tus caminos…” (Is 64:5)


También los creyentes necesitan pensar mucho acerca de las dificultades que Cristo mismo sufrió, de cómo Él nunca huyó del sufrimiento. Soportó los peores sufrimientos en cuerpo y alma para el bienestar espiritual de nosotros, para nuestro bien eterno. En Isaías 50:6 Cristo dice: “Di mi cuerpo a los heridores, y mis mejillas a los que me arrancaban la barba, no escondí mi rostro de las injurias y los esputos” Cristo soportó la ira del Padre, la carga de nuestros pecados, la malicia de Satanás y el aborrecimiento del mundo. Puesto que Cristo sufrió tanto por nosotros, debemos obedecerle y vivir para Él, aún cuando esto signifique que tengamos que sufrir en alguna forma.


Los creyentes deben darse cuenta de que servir a Cristo es difícil solo para su viejo hombre, los remanentes de su naturaleza caída. Todos los creyentes están obligados a despojarse del viejo hombre y la pasada manera de vivir y a vestirse del nuevo hombre (Ef 4:22-23) El nuevo hombre se goza de seguir a Cristo, es a su naturaleza pecaminosa a quien no le gusta servir a Dios. En Romanos 7:22 el apóstol Pablo dice: “Según el hombre interior (el nuevo hombre) me delitos en la ley de Dios” Para la nueva criatura el yugo de Cristo es fácil y ligera su carga (Mt 11:30) Para el nuevo hombre los mandamientos de Dios no son gravosos, sino causa de gozo. Todos los creyentes saben que esta es la verdad, y hay algo en su interior que les hace disfrutar agradando a Dios.


Finalmente, hay grandes recompensas para aquellos que a pesar de sus dificultades siguen a Cristo fielmente. Hay galardones en el futuro. El cielo recompensará todo. En el libro de Hebreos leemos de la fe de Moisés que tuvo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios, porque tenía puesta la mirada en el galardón (He 11:26)


Además, hay recompensas en esta vida para aquellos que siguen a Cristo a pesar de las dificultades. El Salmo 19:11 dice que en guardar los mandamientos hay grande galardón. Cuan necios son los creyentes que permiten que Satanás les robe este grande galardón.


En segundo lugar, Satanás tratará de usar otro método para conseguir que los creyentes no sirvan a Dios. Puede tratar que piensen equivocadamente acerca de lo que Cristo ha hecho en pro de ellos. Les sugerirá que puesto que Cristo ha hecho todo para su pueblo, les ha perdonado, les ha justificado, ha garantizado su llegada al cielo, entonces no hay nada que hacer salvo estar gozosos y festejar. Satanás desea que piensen que puesto que Cristo ha sido castigado como su sustituto y puesto que Cristo está en el cielo preparando un lugar para ellos, entonces no hay necesidad de orar, de arrepentirse, de estudiar la Biblia, de reunirse con otros creyentes. En fin, puesto que Cristo nos ha salvado, no hay necesidad de que le sirvamos.


Al hacer estas sugerencias, Satanás está tomando una parte de la verdad y convirtiéndola en una mentira. Es cierto que si no fuera por la obra salvadora de Cristo, no habría ningún creyente. Sin embargo, ser un cristiano incluye más que el mero recibir lo que Cristo ha hecho. La Biblia dice: “Ya no sois vuestros, porque habéis sido comprados por precio; glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y vuestro espíritu los cuales son de Dios” (1 Co 6:19-20) Los creyentes pertenecen a Cristo. Le pertenecen a fin de que hagan su voluntad motivados por agradecimiento y amor a Él. Entonces Satanás miente cuando sugiere que una vez que hemos sido salvos por Cristo, ya no es necesario servirle.


La verdad es que lo que Cristo ha hecho y continúa haciendo por los creyentes constituye el motivo más fuerte para servirle. Cristo les ha librado del poder dominante del pecado, de la ira de Dios, de la amargura de la muerte, de los sufrimientos del infierno. Por lo tanto le deben servir gozosos y con mucha gratitud. Pablo dijo a Tito que “Cristo Jesús se dio a sí mismo por nosotros, para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo celos de buenas obras” (Ti 2:14) El hecho de que Cristo se haya dado a sí mismo por los creyentes debe estimularles a ser celosos de hacer el bien. Esta es la razón de porqué los creyentes verdaderos siempre han sido muy activos en el servicio de Cristo.


Por otra parte si no quieren servir a Dios deben cuestionarse si en verdad son creyentes. El apóstol Juan escribió “el que dice que le ha conocido y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Jn 2:4) Una vez más tenemos que ver la equivocación de Satanás: La persona salva no es negligente en el servicio de su Salvador. El verdadero creyente desea servir a Cristo de todo corazón, cueste lo que cueste, porque Cristo sufrió mucho para salvar a cada creyente.


Thomas Brooks

jueves, 1 de octubre de 2009

Tesoro bíblico_Dr. Adrian Rogers

Romanos 8:28 “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”


TESORO BÍBLICO:

En una ocasión el pastor Rogers contó: “Leí acerca de un agricultor que iba a quemar un montón de maleza y escombros cuando notó que en medio de éste, un pajarito había construido su nido, así que lo destruyó. Al regresar días después, el agricultor vio que el ave reconstruía el nido. Él destruyó el nido otra vez. No obstante, el pájaro lo reconstruyó una vez más y nuevamente el campesino lo destruyó. Finalmente, el pajarito se dio por vencido. Puedo imaginármelo regresar a su hogar y decirle a su familia: ‘No sé por qué todos nuestros planes para construir la casa no están funcionando’.”

Bien, había una mano invisible que estaba haciendo algo que para el ave pudo haber sido malo, pero en realidad era bueno.


PUNTO DE ACCIÓN:

Romanos 8:28: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.”
Note que el versículo no dice que todas las cosas son buenas. No todas las cosas son buenas, existen cosas en este mundo que son extremadamente malas. Lo importante es que solamente ¡Dios es bueno!


El amor que vale

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Remedios preciosos contra las artimañas del diablo

El mundo y sus placeres

Capítulo VIII


Trataremos en este capítulo con dos métodos usados por el engañador para inhabilitar y disminuir la eficacia del testimonio de los creyentes.


Primero, Satanás tratará de lograr que este mundo aparezca tan atractivo para los creyentes que comiencen a olvidarse del propósito de Dios para sus vidas.


Segundo, Satanás les dirá a los creyentes que el vivir la vida cristiana solo les traerá peligros, sufrimientos y pérdidas. Muchos han sido afectados por el primer método mencionado. Por un tiempo fueron fieles seguidores de Cristo, hasta que Satanás logró que el mundo les resultara más atractivo que Cristo Jesús. Paulatinamente fueron atraídos cada vez más hacia el mundo, volviéndose fríos, indiferentes e incapacitados para las cosas espirituales. Aquellos que se sienten tentados de esta manera deben fijarse en los siguientes remedios.


Primero, nada de lo que este mundo nos ofrece tiene poder para protegernos del mal o para garantizarnos el sumo bien. Por ejemplo, todo el dinero del mundo no puede curar a nadie de una enfermedad. El poder y la fama no pueden garantizar la felicidad de una persona. El poder, la influencia y el dinero no pueden ayudar en los tiempos de necesidad espiritual. Debemos pensar mucho acerca de la debilidad y la impotencia de todas las cosas terrenales. ¿Por qué permitirán los creyentes que tales cosas les roben bendiciones espirituales?


Segundo, todo lo que hay en este mundo es vacío y sin valor en sí mismo. El libro de Eclesiastés comienza declarando este hecho: “¿Qué provecho tiene el hombre de todo su trabajo con que se afana debajo del sol? (Ec 1:3) La respuesta es clara: La gente no gana nada de valor permanente en este mundo.


Tercero, todas las cosas en esta vida son inciertas, inconstantes y sujetas a cambio. Por ejemplo las riquezas son inseguras. Pablo dice: “A los ricos de este siglo manda que no sean altivos, ni pongan la esperanza en la incertidumbre de las riquezas, sino en el Dios vivo” (1 Ti 6:17)


Cuarto, todas las cosas que parecen tan atractivas en este mundo en realidad son dañinas y peligrosas a causa de nuestra propia corrupción. El Salmo 30:6 dice: “Y dije yo en mi prosperidad: No seré jamás conmovido” Cristo dijo que el engaño de las riquezas ahoga la palabra y la hace infructuosa. Cuando los israelitas gozaban de prosperidad, se rebelaron contra Dios. Hay un peligro enorme en la prosperidad: el peligro de contentarnos con el mundo presente, el peligro de aceptar lo que el mundo nos ofrece a cambio de nuestras almas.


Quinto, todos los placeres de este mundo están mezclados con problemas y preocupaciones. No hay éxito en este mundo que esté separado de la ansiedad y la preocupación. La tristeza acompaña el gozo mundano, el peligro acompaña la seguridad mundana, las pérdidas acompañan los valores del mundo y las lágrimas acompañan los ídolos mundanos.


Sexto, la Biblia enseña que los creyentes deben apegarse firmemente a las cosas eternas e inmutables, en vez de las cosas pasajeras de este mundo. Los creyentes del antiguo testamento tenían una fe en Dios que les hizo anhelar una mejor patria, la celestial (He 11:16) Aquellos creyentes querían lo mejor. Buscaban la vida celestial y dejaron todo lo que en otro tiempo les parecía tan atractivo de esta vida terrenal. Así deben actuar los creyentes ahora; deben vivir más a la luz de la gloria venidera y así tener más gozo en esta vida, paz en la hora de la muerte y una corona de justicia cuando Cristo aparezca.


Séptimo, la verdadera felicidad no se encuentra en el disfrute de las cosas de esta vida. La verdadera felicidad es tan grande y gloriosa que se puede encontrar solamente en Dios. Aunque los hombres disfruten de muchas cosas en el presente, sin Dios serán miserables para siempre. La felicidad no se encuentra en las cosas que no satisfacen el alma. Solamente el conocimiento de Dios puede satisfacernos.


Octavo, el alma del hombre tiene más valor que todo el mundo. Los hombres fueron creados para algo mucho más grande que todo lo que está en este mundo. Fueron hechos para conocer a Dios, conocer a Cristo, y gozar de la presencia de Dios para toda la eternidad. Los creyentes no deben dejarse desviar del servicio a Dios por las artimañas del diablo. No deben creerle cuando les dice que la felicidad en este mundo es la experiencia más importante. Satanás trata de impedir que los creyentes sirvan a Cristo diciéndoles que la vida cristiana solo conduce a pérdidas, tristezas y sufrimiento. Satanás trata de lograr que teman los problemas que surgirán como resultado de seguir a Cristo.


Cuando Satanás tienta a los creyentes de este modo, deben pensar que ningún problema que pueda sobrevenir por seguir a Cristo les hará daño en forma permanente. Nada les podrá quitar la presencia de Dios, el favor de Dios, el perdón de pecados, el gozo del Espíritu Santo y la paz de Dios en sus conciencias. Los creyentes tentados de esta forma deben pensar en los peligros que les vendrán en esta vida y los peligros espirituales y eternos que correrán si no siguen a Cristo. ¿Cómo escaparemos nosotros si tuviéramos en poco una salvación tan grande? (He 2:3) Los creyentes sufrirán mucho más si descuidan los mandamientos de Dios que si obedecen lo que Dios les manda. Siempre debemos tomar en cuenta que los creyentes sufrirán más por desobedecer los mandamientos de Dios, que lo que pudiesen sufrir obedeciendo.


Además, los creyentes deben recordar que los problemas que les son enviados por Dios, son una forma de guardarlos de problemas mayores. Frecuentemente los problemas que han sufrido les han servido como protección para evitar peligros más grandes: por ejemplo, el orgullo, la frialdad espiritual, la indiferencia, la negligencia, la amargura, el amor del mundo, etc. Otra cosa que es necesario recordar es que al vivir una vida santa y servir a Dios, los creyentes ganarán mucho más de lo que pudieran perder. El apóstol Pablo dijo a Timoteo que la piedad con contentamiento es gran ganancia (1 Ti 6:6) hay gozo, paz y contentamiento en servir a Dios los cuales no pueden encontrarse en ninguna otra manera. Por lo tanto, los creyentes no deben permitir que los problemas que surgen les impidan servir a Dios o seguir a Cristo. Una vida piadosa tiene más valor permanente de bendición que cualquier otra cosa.


Thomas Brooks

martes, 29 de septiembre de 2009

Remedios preciosos contra las artimañas del diablo

Cuando pensamos que no somos tan pecadores como los demás

Capítulo VII


En este capítulo trataremos con otras dos maneras de cómo Satanás tienta a los creyentes a pecar. Satanás les hará fijarse en otras personas que son peores pecadores que ellos, y que por lo tanto no están en peligro. Segundo, Satanás les hará pensar que el cristianismo tiene errores y que la Biblia está equivocada en algunas cosas. Vamos a tratar con estos dos métodos usados por el diablo.


Primero, Satanás quiere que los creyentes piensen como aquel fariseo que oraba y dijo: “Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros…” (Lc 18:11) Esta actitud no es honesta y es una prueba de que uno es hipócrita. Los creyentes deben examinar sus propias vidas en primer lugar para ver el pecado que hay, antes de ver a los pecados de otros (Mt 7:3-4) Los creyentes no deben compararse con otras personas, más bien deben compararse con la Biblia, con las normas divinas para su vida.


Segundo, Satanás trata de persuadir a los creyentes a no tomar el cristianismo muy en serio. Les dirá que la Biblia está llena de errores, que las narraciones de la Biblia solo sirven para darnos una idea de lo que sucedió y nada más. Satanás les dirá que pueden hacer lo que su propia naturaleza les indique, sin preocuparse acerca de lo que la Biblia dice del pecado. Les dirá que ahora ya no están bajo ninguna ley, sino la del Espíritu y la libertad. Estos errores y otros muchos serán usados por el diablo para confundir, distraer y desorientar a los creyentes.


La meta del diablo en todo esto no es la de ayudar a los creyentes a pensar mejor, sino es la de confundirlos y lograr que pequen. Satanás les sugerirá que se están volviendo muy sabios y avanzados en su manera de pensar, cuando en realidad su meta es lograr que caigan en el pecado. El propósito de Dios es muy diferente: Dios se opone no solo a que hagamos el mal, sino también a que lo pensemos. Romanos 1:28 dice: “como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada para hacer cosas que no convienen”. Muchas personas piensan equivocadamente y terminan haciendo cosas que no convienen. Este texto nos habla del juicio de Dios que vino sobre los pueblos gentiles de la antigüedad. Creo que en la actualidad Dios está castigando a muchos al entregarlos a errores que arruinarán sus almas.


Por lo tanto los creyentes deben recordar que la verdad de la Palabra de Dios debe ser incorporada en cada aspecto de sus vidas. No basta recibir la verdad solo en la mente; es necesario amarla y aplicarla a todo lo que decimos y hacemos. Solamente así podremos pensar correctamente, tomar decisiones sabias y librarnos de los caminos necios y vanos en los que tantos caen. Todo error significará a la postre solo pérdida para los creyentes. Solamente los que reciben y aman la verdad en sus corazones gozarán de un sano juicio y un pensamiento claro. Los que resisten la verdad de Dios están en peligro de ser entregados al error. “Por cuanto no recibieron el amor a la verdad.. por esto Dios les envía un poder engañoso para que crean la mentira” (2 Ts 2:10-11)


Las ideas equivocadas o erróneas que Satanás desea que los creyentes crean, solamente les harán daño. Pablo dice a los creyentes que Dios les ha dado el fundamento verdadero para una correcta manera de vivir y de pensar. El fundamento es Cristo mismo (1 Co 3:11-15) Solamente la verdad de Dios durará para siempre. Cuan necio es malgastar el tiempo creyendo o sosteniendo ideas erróneas solo para encontrar que al final todo fue un esfuerzo infructuoso. Todas las enseñanzas que conducen a una vida pecaminosa deben ser rechazadas. Pablo dijo que los pastores de las iglesias deben ser retenedores fieles del mensaje de la verdad a fin de poder ayudar a los que están equivocados y convencerlos de sus pecados (1 Ti 1:9) Dios ha dado a su pueblo su verdad, a fin de que puedan ser guiados, protegidos y guardados del error. Por lo tanto, los creyentes deben recibir la verdad con mansedumbre. Dios concede su gracia los humildes, es decir, a aquellos que han dejado aparte sus propias ideas para ser llenos de la verdad divina. Entre más que la gracia de Dios llena a los creyentes, menos susceptibles serán a ser afectados por ideas erróneas y creencias falsas.


Thomas Brooks